La vivienda, una gran fuente de ingresos tributarios que urge diversificar


La anulación del impuesto municipal de la plusvalía en las ventas de inmuebles en que se hayan registrado pérdidas –es decir, y en puridad, minusvalía– es un varapalo importante para las arcas de los ayuntamientos. Del impacto de esa pérdida de ingresos da idea que los municipios, representados por la FEMP, reclamen con urgencia una solución a Hacienda que compense esa importante merma. Es una situación que dibuja con nitidez la dependencia de los ingresos municipales del negocio inmobiliario. En el caso de las Administraciones territoriales, se conforma igualmente como base fundamental de los ingresos. Y lo hace sobre todo mediante dos figuras: el impuesto de transmisiones patrimoniales (ITP) y, para las hipotecas, el de actos jurídicos documentados (AJD), mientras que el IVA solo se aplica en la vivienda nueva. Pues bien, la mejora del mercado inmobiliario está llevando muy buenas noticias a las cuentas autonómicas. Esta recuperación, cada vez más evidente tras la larga y profunda crisis, no solo se traduce en puestos de trabajo, aumento de los precios de las casas, más ventas y, por tanto, más actividad. Los datos oficiales de Hacienda demuestran que esos dos grandes tributos vinculados al ladrillo en el ámbito autonómico son los de mayor crecimiento. Hasta marzo crecieron un 13,57% anual, más del doble que los provenientes del IRPF (6,74%) o del IVA (4,67%). En total, casi 2.000 millones de euros solo en el primer trimestre. Algo que da certeza a la estimación oficial de que este año las regiones ingresarán por ambos tributos 8.351 millones, un 14,06% más.

Son datos que confirman cómo la actividad inmobiliaria está contribuyendo de manera determinante a la recuperación de las cuentas autonómicas, y que harán de este año en el primero en que la gran mayoría de las comunidades cumpla las exigencias de déficit público de Bruselas. Cierto que la previsión está muy lejos de los casi 19.000 millones recaudados en 2006, en pleno boom. Pero aquellos son registros que no volverán y que, incluso aunque así fuera, no excluyen tomarse muy en serio la reforma de la financiación y diversificar las fuentes de ingresos con el acertado objetivo de que dependan menos del ladrillo.

 
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